“Las fronteras de Brasil están buscando una vocación. No quieren ser vistas como problema, sino como punto de integración. La cuestión central es el desarrollo”, evalúa el economista Bolívar Pêgo Filho, coordinador de estudios de desarrollo urbano del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA, por sus siglas en portugués).
El instituto y el Ministerio de Integración Nacional realizan en Brasilia, este miércoles (28) y jueves (29), el seminario Fronteras Brasileñas en Debate.
Después de Rusia y China, Brasil es la nación de frontera con más países en el mundo. Once vecinos sudamericanos bordean los 16.885 kilómetros que se extienden de norte a sur en el lado oeste del territorio nacional.
En tres grandes regiones de fronteras, hay 588 municipios, que ocupan más de una cuarta parte de Brasil, donde residen el 6% de la población, ocupadas en diversas actividades económicas, como turismo, agricultura, ganadería y extractivismo.
El potencial económico del área aún es desconocido de los brasileños y necesita una "política de Estado" que asegure defensa, seguridad y desarrollo, “preocupaciones unánimes” según Bolívar Filho, quien recorre los límites de Brasil con otros investigadores desde 2016 y escucha esa demanda de los dos lados de la frontera.
Según el experto, las fuerzas de seguridad mapearon problemas como el robo de vehículos en Brasil en contrapartida al tráfico de drogas (cocaína y marihuana) y de armas (para el crimen organizado), principalmente en las fronteras de Bolivia y Paraguay.
“El hecho de que hay ilícitos en la frontera exige una actuación vigorosa en la defensa y la seguridad pública, que tenga como base servicios de inteligencia e información, con recursos para la movilidad y soporte de tecnología avanzada”, señala Bolívar Filho.
Hay también demandas para la solución y acogida de migrantes, que vienen avanzando cada vez más por la frontera del estado de Roraima con Venezuela en los últimos meses. Además de ellos, el economista se preocupa por la trata de personas, las cuales son retiradas, por ejemplo, de Bolivia para trabajar en centros como São Paulo, en condiciones degradantes y sin respeto a la legislación laboral brasileña.
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