El cambio de esta perspectiva significa que la agencia puede reducir la calificación del país en los próximos meses o años. La perspectiva “estable” indicaba que el grado no cambiaría pronto.
En la actualidad, Fitch califica a Brasil como BB-, es decir, tres niveles por debajo del grado de inversión, lo que indica una garantía de que el país no corre el riesgo de impago de la deuda pública.
En una declaración, Fitch mencionó dos factores para justificar la decisión. El primero fue el deterioro de las perspectivas de la economía, que se produjo en un escenario de desequilibrios fiscales y bajo crecimiento económico, pero que se vio agravado por la pandemia del nuevo coronavirus y la consiguiente caída de los ingresos y el aumento de los gastos que incrementan el déficit del gobierno y provocan el aumento de la deuda pública. Según la agencia, se espera que el Producto Interno Bruto (PIB) de Brasil se contraiga un 4% este año.
El segundo factor fue la tensión política. Según la declaración, existe una "relación volátil" entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, que podría obstaculizar la aprobación de reformas estructurales después de la pandemia.
"Aunque la administración y el Congreso trabajaron juntos para aprobar una importante reforma de las pensiones en 2019 y las recientes medidas de emergencia para apoyar la economía, las fricciones periódicas han reducido la previsibilidad de los resultados económicos y políticos y han empañado las perspectivas de reforma después de la pandemia", subraya el texto.
La última vez que Fitch había bajado la calificación de Brasil fue en febrero de 2018, cuando se la redujo a tres niveles por debajo del grado de inversión. Esta es la misma calificación otorgada por S&P, otra importante agencia internacional. A su vez, Moody's clasifica al país como dos niveles por debajo del grado de inversión.
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