Inseguridad alimentaria severa afecta a 10,3 millones de brasileños

La inseguridad alimentaria severa, en la que las personas declararon pasar hambre, alcanzó al 4,6% de los hogares brasileños, el equivalente a 3,1 millones de hogares, en el período 2017-2018. Este porcentaje significa que 10,3 millones de personas viven en hogares en esa situación, de los cuales 7,7 millones viven en zonas urbanas y 2,6 millones en zonas rurales.

Así lo revelan los datos de la Encuesta de Presupuesto Familiar 2017-2018: Análisis de la Seguridad Alimentaria en Brasil, publicada este jueves (17) por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). La inseguridad severa aparece cuando los residentes han experimentado privación severa en el consumo de alimentos, lo que puede llevar al hambre.

En 2017-2018, de los 68,9 millones de hogares en Brasil, el 36,7%, el equivalente a 25,3 millones de hogares, presentaban algún grado inseguridad alimentaria: leve (24% o 16,4 millones), moderada (8,1% o 5,6 millones) o grave (4,6%, o 3,1 millones).

En una población de 207,1 millones de habitantes en 2017-2018, 122,2 millones vivían en hogares con seguridad alimentaria, mientras que 84,9 millones vivían en hogares con algún grado de inseguridad alimentaria, distribuidos de la siguiente manera: 56 millones en hogares con inseguridad alimentaria leve, 18,6 millones en hogares con inseguridad alimentaria moderada y 10,3 millones en hogares con inseguridad alimentaria severa.

Según la Escala Brasileña de Medición Directa y Domiciliaria de la Inseguridad Alimentaria, la seguridad alimentaria se garantiza cuando la familia tiene acceso regular y permanente a suficientes alimentos de calidad sin comprometer el acceso a otras necesidades esenciales.

En la situación de inseguridad alimentaria leve, existe preocupación o incertidumbre sobre el acceso a los alimentos en el futuro y la calidad inadecuada de los mismos como resultado de estrategias destinadas a no comprometer la cantidad de alimentos. En la situación de inseguridad alimentaria moderada, existe una importante reducción de alimentos entre los adultos y/o una ruptura en las pautas de alimentación como resultado de la falta de alimentos.

En el caso de inseguridad alimentaria grave, también se produce una grave reducción cuantitativa de alimentos entre los niños, es decir, una ruptura de las pautas de alimentación debido a la falta de alimentos entre todos los residentes. En esta situación, el hambre se convierte en una experiencia concreta.

En 2004, la prevalencia nacional de la seguridad alimentaria fue del 65,1% de los hogares. Esa cifra aumentó al 69,8% en 2009 y al 77,4% en 2013. En la encuesta más reciente, de 2017 a 2018, esta prevalencia se redujo al 63,3%. En comparación con 2013, la inseguridad alimentaria leve aumentó un 62,2%, la inseguridad alimentaria moderada un 76,1% y la inseguridad alimentaria severa un 43,7% en 2017-2018.

De acuerdo con André Martins, gerente de la encuesta, el aumento de la inseguridad alimentaria está relacionado, entre otras razones, con la desaceleración de la actividad económica en los años de 2017 y 2018.



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