La temporada de ballenas ha comenzado este mes en la costa brasileña y se extiende hasta noviembre. La directora del Proyecto ProFranca, Karina Groch, informó que, en el caso de las ballenas francas, la temporada comenzó un poco antes. Las primeras ballenas de esta especie se avistaron el 12 de junio. "Desde entonces, el número ha ido aumentando", dijo Karina.
El viernes (16), sobrevolando la costa del estado de Santa Catarina, al sur de Brasil, los investigadores avistaron más ballenas en la región que el número máximo de apariciones registrado en septiembre del año pasado. "Esto ya es un indicio de que tendremos una temporada con un mayor número de ballenas que el año pasado”, estimó la bióloga.
En septiembre de 2020, en el pico de la temporada, se observaron 42 ballenas francas frente a las costas de Santa Catarina (33) y de Rio Grande do Sul (9). Este año, en esa misma zona, ya se han contado 36 ballenas, con la ayuda de drones. Según Karina Groch, esta especie viene creciendo a un ritmo del 4,8% anual.
La ballena franca es una especie en peligro de extinción. Fue cazada durante cuatro siglos y comenzó a regresar a la costa de Brasil a principios de la década de 1980. En 2018, hubo un pico de ocurrencias, con un récord de 273 animales registrados frente a la costa de Santa Catarina. La investigadora explicó que las fluctuaciones están relacionadas con el ciclo reproductivo de la especie, que se produce cada tres años, cuando las hembras llegan a la costa brasileña para tener sus crías. Esta llegada tiene que ver también con la disponibilidad de alimentos en la Antártida. “Los años en que hay más comida, vienen más ballenas; los años que hay menos comida, vienen menos ballenas, porque vienen específicamente para el nacimiento de sus crías”, explicó la directora de ProFranca.
La principal zona de reproducción de la ballena franca en Brasil es el litoral centro-sur de Santa Catarina, donde existe una unidad federal de conservación de la especie.
Población estimada
El principal sobrevuelo para la foto-identificación, instrumento para el censo estimado de la población y el seguimiento del crecimiento de las crías, está previsto para septiembre. Karina informó que otra línea de investigación, iniciada el año pasado y patrocinada por Petrobras, tiene como objetivo recoger pieles para identificar las zonas de alimentación de las ballenas.
Según ella, ya hay pruebas históricas - debido a la caza - y más recientes - a partir de la foto-identificación de una ballena y del seguimiento por satélite de otra hembra - de que las ballenas que llegan a Brasil probablemente se alimentan en las islas Georgias del Sur durante el verano. Sin embargo, hay otras áreas que ProFranca quiere identificar. “Es fundamental para la conservación de la especie que intentemos averiguar qué otras zonas ocupan".
Se estima que al menos 550 hembras de ballena franca se reproducen regularmente en Brasil. Debido al ciclo reproductivo trianual, no son las mismas ballenas que llegan a la costa brasileña. Además, comparten otras zonas de cría. También van a Argentina, donde cerca del 13% de las ballenas catalogadas en Brasil han estado al menos una vez. Colectar muestras de piel de estos cetáceos permite a los investigadores saber dónde se han alimentado.
Karina explicó que las grandes ballenas que llegan a Brasil con más frecuencia, especialmente la ballena franca y la ballena jorobada, son especies migratorias entre las zonas de alimentación y las de cría, que tienen aguas más cálidas. “Durante el verano, se alimentan en regiones más cercanas a la Antártida, alrededor de las islas Georgias del Sur y en otras zonas que pretendemos descubrir.”
Ballenas jorobadas
La 13ª temporada de cría de reproducción de ballenas jorobadas en Brasil también ha comenzado este mes, con la reocupación de antiguas áreas de cría, con mayor concentración en el Banco de Abrolhos, en el extremo sur de Bahía y al norte de Espírito Santo. "El 70% de la población se encuentra en esa región", dijo Enrico Marcovaldi, coordinador del Proyecto Baleia Jubarte.
Sin embargo, hay un crecimiento hacia otras áreas. Hasta el año pasado, las ballenas se encontraban desde São Paulo hasta Rio Grande do Norte. Este año, para sorpresa de los investigadores, también están apareciendo en Santa Catarina y Río de Janeiro. "Vamos a hacer un seguimiento. Donde estén las ballenas, estamos con ellas", aseguró Marcovaldi.
A finales de los años 90, durante la implantación del Parque Marino de Abrolhos, los investigadores descubrieron una pequeña cantidad de ballenas jorobadas que quedaban de una población casi diezmada por la caza. “Fue una gran sorpresa y alegría”, dijo Marcovaldi.
La población de ballenas jorobadas, que se estimaba entre 1.000 y 1.500 ejemplares en la década de 1990, ha aumentado hasta los 20.000 ejemplares. El año pasado, el proyecto recorrió unas 798,8 millas náuticas en la región de Abrolhos durante 23 días. En este periodo se registraron 171 grupos, con un total de 433 ballenas, de las cuales 76 eran crías.
Investigaciones
El Proyecto Baleia Jubarte, también apoyado por Petrobras, tiene varias líneas de investigación. Recoge datos y material para subvencionar las políticas de conservación. "Reunir conocimientos para informar al conjunto de la sociedad.”
En la identificación fotográfica, cada ballena está caracterizada por la parte central de la aleta caudal, que tiene un patrón de pigmentación que varía del blanco al negro total. “Es como la huella digital del ser humano.”
En los últimos 30 años, el proyecto ha identificado a más de 6 mil ballenas. Los investigadores también recogen pequeños trozos de piel y grasa de las ballenas para analisar el material genético, los contaminantes y el sexo de los animales.
Hay también el censo aéreo para estimar la población, que se realiza cada tres años. Otra línea de investigación reciente es la fotogrametría, con ayuda de drones, para estimar la salud de las ballenas y las características de cada lugar. Durante la investigación, se toman bellas imágenes para concienciar a la sociedad sobre la importancia de conservar estos cetáceos.
Otras acciones importantes para la preservación de la ballena jorobada es el trabajo de turismo de observación a lo largo de la costa de Bahía y Espírito Santo, con varios socios capacitados y monitoreados. “Creemos que es una gran herramienta para la conservación, porque añade valor económico. Es un generador de empleo e ingresos, de conciencia. Contrarresta cualquier amenaza que provenga de la caza. Demostramos que las ballenas, vivas, valen mucho más que muertas”, dijo Enrico Marcovaldi.
Para esta temporada, el proyecto Baleia Jubarte cuenta con la colaboración de la universidad australiana de Griffith para una evaluación detallada de la nutrición de las ballenas. El objetivo es identificar si están bien alimentadas o no y utilizarlas como centinelas para evaluar el impacto del cambio climático en la Antártida.
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